Confieso algo: tengo más velas en casa que cucharas.
Velas rojas para el amor (spoiler: funcionó… a medias), rosadas para la ternura, verdes para el dinero, blancas para la paz, moradas para “transmutar” (palabra que me encanta usar cuando no entiendo lo que siento).
Pero si hay una que me ha sorprendido de verdad, es la vela amarilla —ese pequeño sol de cera que, sin exagerar, me cambió el ánimo, el foco y hasta el correo de trabajo que llevaba semanas postergando.
Así que si tú también eres del club de los que necesitan un empujón energético, déjame contarte lo que aprendí tras probar el poder de la vela amarilla.
Todo empezó una tarde de esas en las que la vida se siente gris, literal y metafóricamente.
No tenía energía ni claridad mental, y sentía que nada fluía.
Buscando un ritual para “reactivar la vibra”, me encontré con un consejo de una psíquica en TikTok:
“Si necesitas claridad y prosperidad, prende una vela amarilla en viernes de Luna creciente.”
No era la típica recomendación romántica o mística. Era simple, directa, y eso me gustó.
Así que me fui a mi tienda esotérica favorita, esa donde el incienso cuesta lo mismo desde 1999, y compré una vela amarilla brillante.
Spoiler: no esperaba gran cosa. Pero esa noche cambió algo.
La vela amarilla es, según varias tradiciones, una representación física de la energía solar.
Es el color del plexo solar —ese chakra que gobierna la autoestima, la voluntad y el enfoque mental.
Encenderla es, literalmente, invocar claridad y expansión.
Lo descubrí en carne propia: mientras la flama ardía, mi mente se despejaba.
No fue un milagro tipo “mañana amanecí rica”, pero sí sentí una paz rara… esa que te permite pensar con optimismo otra vez.
En lo espiritual, el amarillo está asociado con:
Así que ya de entrada, le doy 9/10 solo por el efecto emocional inmediato.
Encontré muchos rituales con vela amarilla en internet: unos con 11 pasos, otros con invocaciones larguísimas y nombres de arcángeles que jamás podría pronunciar.
Así que tomé lo esencial y lo simplifiqué.
Aquí te dejo mi versión del ritual de la vela amarilla, el que realmente sentí que funcionó:
No pasó nada “sobrenatural”, pero en los días siguientes sentí más enfoque, ganas de actuar y —casualidad o no— recibí una llamada con una propuesta laboral que llevaba meses esperando.
Efectividad: 9.5/10.
Si algo aprendí de los rituales es que el poder no está en la cera ni en el color, sino en la intención sostenida.
La vela amarilla no “atrae dinero mágico”, sino que te ayuda a entrar en una vibración mental más clara y optimista.
Y eso, a nivel energético y psicológico, cambia TODO.
Durante los días que la usé, noté tres cosas:
Y eso es justo lo que promete el amarillo: confianza, lucidez, acción.
Así que si estás buscando resultados tangibles, mi consejo es simple: haz el ritual y luego muévete.
El universo adora cuando le ayudas.
Después de varias pruebas, descubrí que combinar la vela amarilla con otros elementos multiplica su efecto.
Te dejo mis combinaciones favoritas:
Y si además la enciendes en viernes de Luna creciente, te prometo que la energía se siente como una recarga solar interna. ☀️
Sí, hice mi propio ranking espiritual 😅
|
Color de vela |
Intención |
Efecto personal |
Rating |
|
🔴 Roja |
Amor y pasión |
Intensa pero inestable (demasiado fuego) |
7/10 |
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💗 Rosa |
Ternura, autocuidado |
Muy sutil, buena para sanar el corazón |
8/10 |
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💚 Verde |
Dinero, estabilidad |
Funciona bien en proyectos largos |
8.5/10 |
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⚪ Blanca |
Paz y protección |
Perfecta para limpiar energía |
9/10 |
|
💛 Amarilla |
Claridad, prosperidad, motivación |
Vibrante, inmediata, luminosa |
⭐ 10/10 |
Así que sí: la amarilla es mi favorita absoluta.
Es la que más rápido te cambia el ánimo y el enfoque, sin drama, sin rituales imposibles y sin gastar una fortuna.
Encender una vela amarilla es como decirle al universo: “Estoy lista para brillar otra vez.”
No promete milagros, pero sí despierta algo esencial: tu propia luz interior.
Si estás bloqueada, con dudas o con la autoestima apagada, dale una oportunidad.
No necesitas saber de magia: solo necesitas intención y presencia.
Y si además la combinas con una lectura energética o una sesión psíquica, como hice yo después, el efecto se multiplica.
“El ritual te centra. La lectura te guía. La acción te transforma.”
Así que sí: lo confirmo oficialmente.
De todas las velas que he probado, la amarilla se lleva el oro. 💛
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